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Tiene
poco más de cien mil habitantes, pero Heidelberg es una ciudad cargada de
belleza, de romanticismo.
Éste
es uno de los lugares más atractivos y animados del gran valle del Neckar,
afluente del Rin.
Activa ciudad turística y universitaria, por Heidelberg fluye un incesante ajetreo de estudiantes y/o turistas. |
La
ciudad romántica
Heidelberg
es una ciudad culta y romántica. Desde el siglo XIV la población está vinculada
a una activa universidad, que contribuye a dar animación a la urbe.
Cientos
de turistas recorren diariamente las viejas calles del casco histórico y
ascienden hasta el castillo, uno de los puntos más populares de la urbe. Se
dice que sus restos son la imagen romántica más popular de Alemania. No hay
duda de que son las ruinas más fotografiadas.
En
una ladera boscosa resaltan las complejas estructuras del castillo, y los
tejados de la vieja ciudad, abrazada al Neckar, cuya corriente cruza un puente
de airosas arcadas. La imagen refleja a la par belleza y melancolía.
Esa
imagen se percibe perfectamente desde el Philosophenweg, ruta de los filósofos,
paseo que se extiende a la otra parte del Neckar, y desde donde se disfruta una
magnífica vista del conjunto urbano, vista que fue admirada por numerosos
escritores y poetas, Goethe entre ellos. Desde allí se percibe la magnífica
ubicación que la naturaleza dio a esta ciudad, cuyo clima es también
especialmente benigno.
La historia
El
entorno de Heidelberg tiene población desde tiempos antiquísimos.
El
hallazgo del Hombre de Heidelberg, en 1907, con unos 600.000 años de
antigüedad, situó a este homínido a la cabeza de los viejos pobladores del
continente.
Castro
celta en la antigüedad, los romanos se establecieron en el lugar durante apenas
dos centurias.
En
el medioevo se fue desarrollando el entorno a impulso de la nobleza y la
iglesia. El gran desarrollo se produce en el año 1386, cuando se fundó la
universidad de Heidelberg, con cuatro facultades: Teología, Derecho, Filosofía
y Medicina.
Esta
vocación ha ido creciendo en el tiempo y actualmente la universidad de
Heidelberg tiene reconocido prestigio, con importantes centros científicos.
El
lugar fue centro político del Palatinado, territorio que debe su nombre,
precisamente, al oficio palatino de los príncipes de esta parte del imperio.
También
tuvo importancia el lugar en época de los conflictos de religión. Martín Lutero
fue apoyado aquí y desde aquí defendió sus tesis.
La
ciudad padeció la guerra de los treinta años, y sufrió por las ambiciones
francesas (la familia principesca había emparentado con los borbones) y la urbe
fue devastada por tropas francesas e incendiada en 1689 y 1693.
En
el siglo XVIII y XIX, Heidelberg fue un importante punto literario e
intelectual, aunque el peso político había decaído. De hecho el Príncipe
Elector pasó su residencia a Mannheim.
Qué
ver
El
castillo, poderoso enclave que fue residencia de los Príncipes Electores del
Palatinado durante medio milenio, es el punto favorito de los viajeros que
acuden a Heidelberg.
Pero
sería un simplismo reducir el atractivo urbano a este magnífico elemento, que
sobresale nítidamente del resto de la ciudad.
Aunque
Heidelberg padeció rigurosamente los efectos de las distintas guerras que han
asolado el continente, y especialmente una particular, en el final del XVII, el
casco viejo conserva un notable encanto. Perviven en Heidelberg diversos
edificios y enclaves urbanos de interés, así como un aire romántico
especialmente definible para quien contempla la ciudad desde la parte opuesta
del río Neckar, desde el Philosophenweg (Camino de los Filósofos.)
El Castillo de Heidelberg
La
principal atracción del lugar, de notable importancia en el ámbito germánico.
Desde el mismo se tiene una magnífica vista sobre el valle y la urbe.
Durante
cinco siglos estuvieron aquí los príncipes electores, que dieron impulso a la
ciudad.
Se puede acceder de diversas formas, una de ellas mediante un teleférico. Luego el monumento nos muestra su complejidad, mitad ruina, mitad centro de arte. En el conjunto hay obra desde el XIV al XVII, impresionante, en la que destacan los destrozos de las minas francesas que en 1693 dinamitaron el enclave.
Entre las dependencias externas, la Gran Torre, de inicios del XVI, y la Puerta Isabel, de 1615. La primera una imponente ruina, la segunda una puerta monumental que Federico V mandó construir de un día para otro(se montó en una noche) para sorprender a su esposa, Isabel Stuart.
A través de la Torre del Portal se accede al patio donde existe una importante serie de pabellones palaciegos.
Entre
las dependencias resalta, el Friedrichsbau, construido en el final del XVI, con
su gran terraza desde la que se domina la ciudad.
En el interior del Castillo, sendas maquetas permiten ver el hoy y el ayer. Entre las curiosidades está el gran tonel, de 220.000 litros de capacidad. El tonel se construyó hace 200 años: Una bomba permitía extraer el líquido desde la Sala Real.
Otro punto de interés es el museo Alemán de la Farmacia, donde se reúnen elementos típicos de la farmacia de los siglos XVIII y XIX.
Los jardines que rodean el castillo invitan a tomar un descanso. Un oasis de paz.
La universidad
La
universidad de Heidelberg es la más antigua de Alemania.
Lleva
el nombre de Ruperto-Carola en recuerdo de Ruperto I quien la fundó en el siglo
XIV, y del gran duque Carlos Federico de Bade, que le dio un impulso definitivo
en los inicios del XIX.
Fue en el XIX cuando tuvo su época más gloriosa, que se ha prolongado en el XX, con diversos premios Nóbel de Física, Química y Medicina.
Fue en el XIX cuando tuvo su época más gloriosa, que se ha prolongado en el XX, con diversos premios Nóbel de Física, Química y Medicina.
En la ciudad hay varios edificios universitarios de ínterés, como la Biblioteca y las vieja y nueva sedes. Para contemplar los recintos universitarios, hay que acudir a la plaza de la Universidad. Allí esta la vieja Domus Wihelmina. El príncipe elector Juan Guillermo mandó construir en 1711 el edificio llamado casa Guillermina a Johann Adam Breunig, con su notable aula magna.
En la plaza de la Universidad estaba el viejo convento agustino, donde Martín Lutero expuso sus tesis protestantes.
Al lado está también la nueva universidad, construida con ayuda americana. Enfrente, la Biblioteca de la universidad, obra de inicios del XIX, de J. Durm, con una interesante colección de manuscritos.
Iglesia del Espíritu Santo en
Heidelberg
En
el centro del viejo casco. Fue edificada entre 1399 y 1441. En esta iglesia
gótica se enterraban a los príncipes electores. El coro destaca por su
luminosidad.
En
las galerías altas se guardaban los textos de la biblioteca palatina, hasta el
siglo XVII.
Esta era una zona tradicional de mercado, y en torno a la iglesia se ubicaron tiendas en el siglo XV, que aún perduran.
Otras iglesias
Sin
ser notabilísimo el patrimonio de edificios religiosos de Heidelberg, en buena
parte por la azarosa historia de la ciudad, cabe citar aquí algún otro templo.
La
iglesia de los Jesuitas es obra del arquitecto palatino Rabaliatti, siglo
XVIII. Es un templo barroco, poderoso, de tres naves. Su museo de Arte Sacro
cuenta con una excelente colección de orfebrería y otros objetos de culto,
principalmente de los siglos XVII a XIX.
La
iglesia de San Pedro está edificada sobre los restos de la parroquia más
antigua de la ciudad, también iglesia de la universidad. Parte de su torre
corresponde al siglo XII, el resto es básicamente del final del XV.
Haus Ritter
Esta
popular edificación de Heidelberg se halla junto a la iglesia del Espíritu
Santo, en el casco antiguo, y fue construida en 1592 por el comerciante
hugonote Charles Belier.
Deviene
su nombre del hecho de tener en su fachada la figura de un caballero(en alemán
Ritter), al parecer representando a San Jorge que remata la fachada
renacentista, ya barroquizante.
Es la principal de las casas notables de la ciudad que resistieron la destrucción de la ciudad durante los conflictos de final del siglo XVII.
Kornmarkt (Mercado del Trigo)
Bella
y antigua plaza de Heidelberg, en ella se encuentra una estatua barroca de la
Virgen, de inicios del XVIII, de Peter van der Branden.
También
está aquí el Príncipe Carlos, viejo restaurante, luego hotel y posteriormente
dependencia municipal. Es un lugar que ha contado con notables huéspedes, entre
ellos el emperador Guillermo I, o Mark Twain
Desde la plaza se tiene una apacible vista de la zona del castillo de los Príncipes Electores.
Desde la plaza se tiene una apacible vista de la zona del castillo de los Príncipes Electores.
Brükentor y Viejo Puente
Otro
espacio urbano bello en la ciudad de Heidelberg es el del cruce del Neckar por
el Viejo Puente.
Las
populares cúpulas de Brükentor . Foto guiarte. Copyright
Fue mandado construir por el príncipe elector Carlos Teodoro, después que de unos témpanos de hielo que bajaban por el río destruyesen el anterior (es el quinto puente hecho en el mismo lugar).
Estatuas de dignatarios y dioses adornan el puente. En la entrada a la vieja ciudad está la Brükentor, puerta del Puente, con sus atractivas torres rematadas con sendas cúpulas de forma acampanada.
Desde el extremo norte del puente (en Neuenheimer) se tiene una estupenda vista de la ciudad y el castillo.
Philosophenweg (Camino de los
Filósofos)
Para
quien desea una visión inolvidable de Heidelberg, se recomienda un paseo
tranquilo por el camino de los Filósofos.
Algunos
lo bautizan como el más hermoso paseo de Europa. Se trata de un especio
verdeante, a la otra orilla del Neckar, desde donde se tiene una apacible vista
que engloba el río, el curioso Puente Viejo, el casco antiguo y el
castillo.
Si se prolonga el apacible paseo se puede acceder hasta la atalaya, el anfiteatro y las ruinas de la iglesia medieval de San Miguel.
Si se prolonga el apacible paseo se puede acceder hasta la atalaya, el anfiteatro y las ruinas de la iglesia medieval de San Miguel.
Otros atractivos
Heidelberg
tiene aún algunos otros elementos de interés que harán disfrutar al viajero en
la ciudad.
La
Hauptstrasse es una magnífica calle que articula totalmente el casco urbano. Es
una animada zona en la que se ubican tiendas, centros artísticos, museos, y que
al final termina en la Karlstor, Puerta de Carlos, edificada en honor del
príncipe Carlos Teodoro, de aire neoclásico.
La ciudad cuenta con numerosos museos. Merece especial relevancia el Kurpfälzisches Museum (Museo del Palatinado electoral) en Haupstrasse 97, dedicado a la cultura y la historia. Aquí hay que ver principalmente el retablo de Riemenschneider.
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